La denominación de clásico para un partido de fútbol sugiere la idea de un enfrentamiento que se ha repetido muchas veces y que tiene una tradición y una historia. Por eso, la idea de un "clásico inédito" parece a primera vista una contradicción en si misma.
Sin embargo, esa es sin duda la mejor denominación para el partido que jugarán el viernes el vigente campeón alemán, el histórico Bayern de Múnich, y el actual líder del torneo, el Hoffenheim, un equipo de pueblo que ha tenido un progreso vertiginoso en tres años gracias a un plan de trabajo casi científico y al apoyo del mecenas Dietmar Hopp.
La palabra clásico se justifica porque se trata de un partido en el cada uno de los dos equipos representan demasiadas cosas opuestas por lo que se tiende a pensar que en el enfrentamiento está en juego algo más que tres puntos.
El Bayern representa la tradición, con 21 títulos alemanes y 4 Copas de Europa a su espalda. Por sus filas han pasado jugadores emblemáticos para el fútbol alemán como Franz Beckenbauer, Gerd Müller, Sepp Maier, Paul Breitner, Karlheinz Rummenigge, Lothar Matthäus, Oliver Kahn, Steffan Effenberg y Michael Ballack.
El equipo tiene unas finanzas sólidas que ha venido acumulando a lo largo de los años -gracias a su gran popularidad y a los éxitos deportivos- y, pese a que tiene vínculos estrechos con algunos patrocinadores como Adidas, no se le identifica con ningún inversor especial sino con los jugadores que le han dado gloria.
De hecho, el equipo hoy -y desde hace ya muchos años- está manejado fundamentalmente por ex-jugadores. Beckenbauer es presidente honorario, Rummenigge presidente del Consejo Directivo y Uli Hönnes director deportivo. Los utensilios de oficina los compra el Bayern en la papelería de Georg Schwarzenbeck, el defensa que hizo aquel gol legendario en la final de la Copa de Europa contra el Atlético de Madrid.
Todo eso suena a la vieja República Federal de Alemania ya hasta la historia del equipo durante los años del nazismo, cuando los jugadores y el cuerpo técnico arriesgaron su vida mostrando públicamente solidaridad con su presidente judío, le da al club un aura histórica especial.
El Hoffenheim, en cambio, es un producto de los que se llamó la "new economy". Hoffenheim es un pueblo que tiene 3.300 habitantes y no significaría nada para casi nadie de no ser porque Dietmar Hopp, el fundador del consorcio informático SAP, se empeñó en crear un equipo que llegase a primera división.
El talonario, naturalmente, ha jugado un papel pero no como muchos se puede imaginar sino de una manera más sistemática. El ascenso irresistible del Hoffenheim empezó hace tres años cuando llegaron al equipo el entrenador Ralf Rangnick -que antes había estado en el Werder Bremen y en el Schalke- y el director deportivo Bernhard Peters.
Los planes era llegar a primera división en la temporada 2009 y 2010 -para cuando deberá estar listo el nuevo estadio con capacidad para cerca de 40.000 personas que deberá atraer a espectadores de toda la región.
El ascenso a primera se adelantó y el equipo ha tenido que jugar hasta ahora en el estadio de Mannheim y la presunta meta, de lograr un puesto de mitad de tabla, se ha quedado corta.
Los fichajes no han sido espectaculares en el momento en que se hacen sino después, cuando han terminado rindiendo en Hoffenheim lo que no habían rendido en sus anteriores equipos.
El actual capitán, Marvin Commper, llegó procedente del Borussia Mönchengladbach, donde casi siempre tenía que mirar los partidos desde la tribuna, Ahora es titular indiscutible y ha dado el salto a la selección alemana, al igual que el centrocampista Tobias Weis.
Del goleador Vedad Ibisevic, 17 tantos en 15 partidos, nadie tenía mayor noticia antes de que empezase esta temporada. La explosión de rendimiento de Ibisevic y Commper responde a una parte de la estrategia del Hoffenheim consistente en reclutar jugadores en los que ven un gran potencial y que han llegado a un callejón sin salida en otros equipos.
En ese sentido, el trabajo de los scouts ha sido clave, al igual que el trabajo de cantera y la forma casi científica de entrenamiento a la que somete al equipo Rangnick, quien ya en su época del Stuttgart solía ser clasificado como "Fussballprofessor".
Si Bayern es tradición, Hoffenheim es posmodernidad. Sin embargo, el equipo coquetea con su imagen de "equipo de pueblo" y juega, de cara al viernes con el mito de David y Goliat y sus directivos dicen cosas como que con lo que ganan Luca Toni, Franck Ribery y Miroslav Klose en el equipo bávaro ellos pagan toda la plantilla.
Sin embargo, Uli Hönnes no se cansa de recordar que el Hoffenheim no es un equipo de pueblo, al igual que SAP no es una pequeña empresa que funcione en un garaje.
Teóricamente, el Bayern -que ha ganado siete de los últimos ocho partidos y empatado el otro- podría conquistar el viernes el liderato, si golea por cuatro goles de diferencia. Algunos verían eso como una manera de restablecer el orden en el fútbol alemán. Para el Hoffenheim la visita a Múnich es la prueba de fuego. el viernes se verá verdaderamente donde está el equipo.
Sin embargo, esa es sin duda la mejor denominación para el partido que jugarán el viernes el vigente campeón alemán, el histórico Bayern de Múnich, y el actual líder del torneo, el Hoffenheim, un equipo de pueblo que ha tenido un progreso vertiginoso en tres años gracias a un plan de trabajo casi científico y al apoyo del mecenas Dietmar Hopp.
La palabra clásico se justifica porque se trata de un partido en el cada uno de los dos equipos representan demasiadas cosas opuestas por lo que se tiende a pensar que en el enfrentamiento está en juego algo más que tres puntos.
El Bayern representa la tradición, con 21 títulos alemanes y 4 Copas de Europa a su espalda. Por sus filas han pasado jugadores emblemáticos para el fútbol alemán como Franz Beckenbauer, Gerd Müller, Sepp Maier, Paul Breitner, Karlheinz Rummenigge, Lothar Matthäus, Oliver Kahn, Steffan Effenberg y Michael Ballack.
El equipo tiene unas finanzas sólidas que ha venido acumulando a lo largo de los años -gracias a su gran popularidad y a los éxitos deportivos- y, pese a que tiene vínculos estrechos con algunos patrocinadores como Adidas, no se le identifica con ningún inversor especial sino con los jugadores que le han dado gloria.
De hecho, el equipo hoy -y desde hace ya muchos años- está manejado fundamentalmente por ex-jugadores. Beckenbauer es presidente honorario, Rummenigge presidente del Consejo Directivo y Uli Hönnes director deportivo. Los utensilios de oficina los compra el Bayern en la papelería de Georg Schwarzenbeck, el defensa que hizo aquel gol legendario en la final de la Copa de Europa contra el Atlético de Madrid.
Todo eso suena a la vieja República Federal de Alemania ya hasta la historia del equipo durante los años del nazismo, cuando los jugadores y el cuerpo técnico arriesgaron su vida mostrando públicamente solidaridad con su presidente judío, le da al club un aura histórica especial.
El Hoffenheim, en cambio, es un producto de los que se llamó la "new economy". Hoffenheim es un pueblo que tiene 3.300 habitantes y no significaría nada para casi nadie de no ser porque Dietmar Hopp, el fundador del consorcio informático SAP, se empeñó en crear un equipo que llegase a primera división.
El talonario, naturalmente, ha jugado un papel pero no como muchos se puede imaginar sino de una manera más sistemática. El ascenso irresistible del Hoffenheim empezó hace tres años cuando llegaron al equipo el entrenador Ralf Rangnick -que antes había estado en el Werder Bremen y en el Schalke- y el director deportivo Bernhard Peters.
Los planes era llegar a primera división en la temporada 2009 y 2010 -para cuando deberá estar listo el nuevo estadio con capacidad para cerca de 40.000 personas que deberá atraer a espectadores de toda la región.
El ascenso a primera se adelantó y el equipo ha tenido que jugar hasta ahora en el estadio de Mannheim y la presunta meta, de lograr un puesto de mitad de tabla, se ha quedado corta.
Los fichajes no han sido espectaculares en el momento en que se hacen sino después, cuando han terminado rindiendo en Hoffenheim lo que no habían rendido en sus anteriores equipos.
El actual capitán, Marvin Commper, llegó procedente del Borussia Mönchengladbach, donde casi siempre tenía que mirar los partidos desde la tribuna, Ahora es titular indiscutible y ha dado el salto a la selección alemana, al igual que el centrocampista Tobias Weis.
Del goleador Vedad Ibisevic, 17 tantos en 15 partidos, nadie tenía mayor noticia antes de que empezase esta temporada. La explosión de rendimiento de Ibisevic y Commper responde a una parte de la estrategia del Hoffenheim consistente en reclutar jugadores en los que ven un gran potencial y que han llegado a un callejón sin salida en otros equipos.
En ese sentido, el trabajo de los scouts ha sido clave, al igual que el trabajo de cantera y la forma casi científica de entrenamiento a la que somete al equipo Rangnick, quien ya en su época del Stuttgart solía ser clasificado como "Fussballprofessor".
Si Bayern es tradición, Hoffenheim es posmodernidad. Sin embargo, el equipo coquetea con su imagen de "equipo de pueblo" y juega, de cara al viernes con el mito de David y Goliat y sus directivos dicen cosas como que con lo que ganan Luca Toni, Franck Ribery y Miroslav Klose en el equipo bávaro ellos pagan toda la plantilla.
Sin embargo, Uli Hönnes no se cansa de recordar que el Hoffenheim no es un equipo de pueblo, al igual que SAP no es una pequeña empresa que funcione en un garaje.
Teóricamente, el Bayern -que ha ganado siete de los últimos ocho partidos y empatado el otro- podría conquistar el viernes el liderato, si golea por cuatro goles de diferencia. Algunos verían eso como una manera de restablecer el orden en el fútbol alemán. Para el Hoffenheim la visita a Múnich es la prueba de fuego. el viernes se verá verdaderamente donde está el equipo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario